El Perú no sólo es Lima
El 'Perú oficial', como denominaba el historiador Jorge Basadre a la minoría que gobernaba desde la capital, Lima, ordenando desde el Palacio de Gobierno o el Congreso, ignoró, faltó el respeto, avasalló al 'Perú real', en este caso conformado por las comunidades nativas. Los polémicos decretos legislativos 1090 ('Ley de la selva') siniestramente quisieron aprobarlos al 'caballazo'. ¿Creían que los nativos, porque estaban lejos, porque hablan otra lengua, tienen otra cultura y otras costumbres, y viven en la selva virgen, se iban a quedar callados? Hay que ser bien ignorantes y de eso pecó Alan García, que se dice 'intelectual'.
Los nativos tienen hijos que estudian en las universidades, tienen abogados, médicos que trabajan en sus comunidades. Ellos informaron que les querían dar 'gato por liebre' con decretos que se armaron a espaldas de los verdaderos indígenas. Por eso se inició el conflicto. El crimen imperdonable lo cometieron García, Simon y Cabanillas al mandar a desalojar a los protestantes a jóvenes policías que no sabían a quiénes estaban enfrentando.
El destacado antropólogo Róger Rumrrill, experto en problemática amazónica, sostuvo: 'la policía enfrentó a una de las etnias más guerreras de la Amazonía: los awajun-wampis, de la familia de los jíbaros. Ellos nunca dejaron entrar a su territorio a los españoles a lo largo de los siglos (...). Los jíbaros son peligrosos, matan a sus enemigos, reducen sus cabezas y se las llevan como trofeos en el pecho (...). La policía enfrentó a los awajun-wampis en Bagua. Ellos son guerreros y no toleran la invasión de sus territorios. Que les maten a uno de sus hermanos es como si les hicieran una declaratoria de guerra (...). Son una de las familias más numerosas, 65 mil miembros aproximadamente (...).
Estos indígenas aguarunas huambisas fueron los guías de las tropas peruanas en la guerra contra el Ecuador. Son los que mejor conocen el territorio de la Cordillera del Cóndor. ¿Acaso esto no lo sabía la policía? Acusarlos de genocidas, como lo hacen las autoridades, lo único que se hace es exacerbar los ánimos de los nativos y si se optan medidas represivas lo único que logran será repetir el episodio del fatídico viernes 5 de julio". Que lean esos cavernarios que piden que la Marina, la Aviacion y el Ejército arrasen a las comunidades. Esas voces no ven al Perú como un país multiétnico. Para esos, la selva solo es un lugar turístico para recorrerlo en tres días desde Iquitos y los nativos son solo los boras, que por unos soles te cantan y te bailan.
¿Quién tiene la culpa de que esa parte del Perú profundo permanezca ignorada por el resto de los peruanos? Ellos nunca han molestado al Estado. Han sufrido hambrunas, epidemias, y el 'Perú real' no se enteró ni les interesó. Después de los terribles sucesos del 5 de junio en la selva de Bagua, habría que tener corazón de piedra para la mal llamada 'clase política' de no reconocer sus terribles errores, que llevaron a un baño de sangre que dejó 24 policías muertos y un número significativamente mayor -ahora recién se empieza a saber- de nativos fallecidos. Increíblemente, el gobierno, con el Presidente a la cabeza, pretende engañar a la opinión pública sosteniendo que lo que pasó en Bagua es una conspiración internacional urdida por el ALBA y meten a Evo, Chávez y hasta a los ecuatorianos en el rollo.
Para Alan García, según sus palabras, los nativos parecería que no son peruanos. No existen, no tienen derechos, son zombies digitados por oscuras fuerzas foráneas. ¿Dónde estudió Alan ciencias sociales? Dicen que en París, pero ahora sí creo, él mismo cuenta, que en vez de asistir a clases en la Sorbona, trabajaba de mozo y cantaba rancheras en un restaurante del barrio latino. Seguro faltó a sus cursos de antropología. Ignora que los nativos tienen una propia y particular visión del mundo y ese mundo es su tierra, la madre naturaleza. Los nativos que tomaron Bagua son descendientes de quienes hace siglos resistieron cataclismos que derrumbaron grandes civilizaciones, como la Inca, a manos de los españoles.
Estos, atraídos por la leyenda de 'El dorado', pretendieron conquistar la selva en busca de oro y fueron aniquilados, al igual que los caucheros, a inicios del siglo y los senderistas en los 90. Inclusive a los líderes de los senderistas, no los degollaron, sino los lanzaron amarrados a un río infectado de pirañas. Estos terroristas habían comandado una incursión a una comunidad asháninka y asesinaron a hombres, mujeres y niños, por eso el castigo fue ejemplar. Puede parecer -o lo es- terrorífico, pero ese es el 'otro Perú' del que nadie quiere hablar y del que solo se interesan si en el subsuelo hay riqueza. Quien pateó el tablero fue el gobierno.
Quienes cocinaron decretos con empresarios petroleros en Palacio, sin invitar siquiera de espectadores a los nativos, fue García. La oposición nacionalista, los 'licenciados' de Antauro y hasta el mismo Pizango, seguro llevaron agua para sus molinos, nunca hubiesen podido desencadenar con solo su 'floro incendiario', una respuesta tan fiera de los nativos ante sus primeras bajas. Por esa descabellada orden de disparar para desalojar a los insurrectos, Simon y Meche Cabanillas deberían irse a sus casas. García debe ceder y cambiar su prepotencia por el diálogo.
Diario El Trome
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