Adiós, doña Elvira
Dama de las tablas falleció en Madrid a los 89 años. Ya en marzo había resistido tres derrames cerebrales. Murió rodeada de sus familiares mientras dormía. Una semblanza sobre su carrera y reacciones de compañeros.
Temía morir en un incendio, pero cuando Elvira Travesí falleció durante la madrugada de ayer, en Madrid, las únicas flamas que la rodeaban eran las del cariño de sus hijas, nietos y un bisnieto, con quienes vivía en la capital española desde 1985, a donde se fue por el clima violento del terrorismo y la pegada del primer gobierno aprista sobre las compañías de teatro.
La dama de las tablas nacionales y figura memorable del cine y la televisión había sufrido un triple derrame cerebral a mediados de marzo último, a sus 89 años de edad. A partir de entonces, doña Elvira –recordada por su caracterización de Doña Santa en la telenovela Nino– estuvo postrada en cama, tratando de reincorporarse a su apacible vida familiar. Sin embargo, la pérdida de movilidad en un brazo y una creciente afasia fueron doblegándola y, pacíficamente, dejó de existir ayer.
Travesí nació en Argentina, fue hija de padres españoles, pero adoptó al Perú como patria cuando llegó aquí a los dos años. Llegada a la juventud, Travesí –junto a sus hermanas Gloria y Angela– conformó el Trío Travesí, con que se hicieron de un nombre en el teatro de variedades, a fines de la década del 30.
Luego inició su participación en filmes nacionales, como el de 1938, De carne somos, y en ese ambiente conoce a su esposo, el productor Juan Ureta, fallecido en 1995. En las tablas, el papel que más recuerdos genere Elvira Travesí sea su caracterización de La Celestina, un rol con el cual la actriz hizo un deslinde en una entrevista con Ricardo Bedoya, en 2003: “Era una mujer malvada y manipuladora, pero yo no soy así. Son roles que se alejan de los que soy y siento en verdad. Esos fueron papeles hermosos, para sacarles partido, para interpretar”.
Ese año, doña Elvira pisó por vez última suelo peruano, para ser homenajeada en el Séptimo Encuentro Latinoamericano de Cine. Y es que en el cine, la Travesí se inmortalizó como “Doña Carmen” en el filme de Francisco Lombardi, Maruja en el infierno.
El crudo y macabro relato urbano de la película protagonizada por una joven Elena Romero fue una adaptación de la no menos célebre novela de Enrique Congrains, No una sino muchas muertes. Congrains, lamentable y coincidentemente, también ha fallecido este mes.
Luego vino su período de trabajo en España, donde Travesí actuó en varios telefilmes, tuvo apariciones de series de gran factura e incluso en cortometrajes, hasta hace cuatro años. En 2003, a su retorno a Lima, se confesó emocionada por el homenaje dado y regresó a España triste pero convencida de haber cerrado con broche de oro su vida en Perú.
Regina Alcóver, sobrina política de la primera actriz, dijo a través de su programa de Radio Felicidad que el sentimiento en general de toda la familia era de mucha pena a pesar de haberse ya resignado a la idea de que en cualquier momento la actriz dejaría de existir. “Hoy la están velando y mañana la cremarán... Pido a los teatros hoy en sus funciones le brinden un fuerte aplauso a esta gran actriz que el Perú ha perdido”, señaló Alcóver. Asimismo, precisó que Travesí murió mientras le daban los santos óleos, cuando el cura que practicaba el ritual terminó de orar el Padrenuestro.
Asimismo, una consternada Elena Romero habló sobre Elvira Travesí con el mejor de los recuerdos. “La conocí cuando llegué al rodaje de Maruja... y en ese tiempo yo era una estudiante de actuación en el TUC (la escuela de teatro de la Universidad Católica). Estar a su lado era un reto y a la vez me intimidaba. Pero trabajamos muy bien, Elvira siempre fue muy accesible y directa, sin tantos protocolos. Y a raíz de este acercamiento, en España estuvimos juntas, pues volví para allá a continuar mis estudios dramáticos. Es una pena su muerte y guardo el mejor de los recuerdos hacia ella”, señaló Romero. Descansa en paz, Elena Travesí. Su rol más importante recién empieza.
Dama de las tablas falleció en Madrid a los 89 años. Ya en marzo había resistido tres derrames cerebrales. Murió rodeada de sus familiares mientras dormía. Una semblanza sobre su carrera y reacciones de compañeros.
Temía morir en un incendio, pero cuando Elvira Travesí falleció durante la madrugada de ayer, en Madrid, las únicas flamas que la rodeaban eran las del cariño de sus hijas, nietos y un bisnieto, con quienes vivía en la capital española desde 1985, a donde se fue por el clima violento del terrorismo y la pegada del primer gobierno aprista sobre las compañías de teatro.
La dama de las tablas nacionales y figura memorable del cine y la televisión había sufrido un triple derrame cerebral a mediados de marzo último, a sus 89 años de edad. A partir de entonces, doña Elvira –recordada por su caracterización de Doña Santa en la telenovela Nino– estuvo postrada en cama, tratando de reincorporarse a su apacible vida familiar. Sin embargo, la pérdida de movilidad en un brazo y una creciente afasia fueron doblegándola y, pacíficamente, dejó de existir ayer.
Travesí nació en Argentina, fue hija de padres españoles, pero adoptó al Perú como patria cuando llegó aquí a los dos años. Llegada a la juventud, Travesí –junto a sus hermanas Gloria y Angela– conformó el Trío Travesí, con que se hicieron de un nombre en el teatro de variedades, a fines de la década del 30.
Luego inició su participación en filmes nacionales, como el de 1938, De carne somos, y en ese ambiente conoce a su esposo, el productor Juan Ureta, fallecido en 1995. En las tablas, el papel que más recuerdos genere Elvira Travesí sea su caracterización de La Celestina, un rol con el cual la actriz hizo un deslinde en una entrevista con Ricardo Bedoya, en 2003: “Era una mujer malvada y manipuladora, pero yo no soy así. Son roles que se alejan de los que soy y siento en verdad. Esos fueron papeles hermosos, para sacarles partido, para interpretar”.
Ese año, doña Elvira pisó por vez última suelo peruano, para ser homenajeada en el Séptimo Encuentro Latinoamericano de Cine. Y es que en el cine, la Travesí se inmortalizó como “Doña Carmen” en el filme de Francisco Lombardi, Maruja en el infierno.
El crudo y macabro relato urbano de la película protagonizada por una joven Elena Romero fue una adaptación de la no menos célebre novela de Enrique Congrains, No una sino muchas muertes. Congrains, lamentable y coincidentemente, también ha fallecido este mes.
Luego vino su período de trabajo en España, donde Travesí actuó en varios telefilmes, tuvo apariciones de series de gran factura e incluso en cortometrajes, hasta hace cuatro años. En 2003, a su retorno a Lima, se confesó emocionada por el homenaje dado y regresó a España triste pero convencida de haber cerrado con broche de oro su vida en Perú.
Regina Alcóver, sobrina política de la primera actriz, dijo a través de su programa de Radio Felicidad que el sentimiento en general de toda la familia era de mucha pena a pesar de haberse ya resignado a la idea de que en cualquier momento la actriz dejaría de existir. “Hoy la están velando y mañana la cremarán... Pido a los teatros hoy en sus funciones le brinden un fuerte aplauso a esta gran actriz que el Perú ha perdido”, señaló Alcóver. Asimismo, precisó que Travesí murió mientras le daban los santos óleos, cuando el cura que practicaba el ritual terminó de orar el Padrenuestro.
Asimismo, una consternada Elena Romero habló sobre Elvira Travesí con el mejor de los recuerdos. “La conocí cuando llegué al rodaje de Maruja... y en ese tiempo yo era una estudiante de actuación en el TUC (la escuela de teatro de la Universidad Católica). Estar a su lado era un reto y a la vez me intimidaba. Pero trabajamos muy bien, Elvira siempre fue muy accesible y directa, sin tantos protocolos. Y a raíz de este acercamiento, en España estuvimos juntas, pues volví para allá a continuar mis estudios dramáticos. Es una pena su muerte y guardo el mejor de los recuerdos hacia ella”, señaló Romero. Descansa en paz, Elena Travesí. Su rol más importante recién empieza.
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