ay escritores más sociables que otros, de hecho algunos no pueden vivir si no tienen un contacto cercano que el medio que les rodea; otros, si bien a simple vista pueden parecernos sociables, adoran el silencio de la casa cuando no hay nadie, aguardan con ansiedad el momento en que estén solos ellos frente a sí mismos, sin almas que lo contemplen, absolutamente igual que como han llegado a este mundo. Entre estos escritores se encuentra, seguramente, Julio Cortázar.
Leer a Julio Cortázar es internarse en horizontes nuevos, es captar la realidad desde otro plano, es adentrarse a historias llenas de nostalgia, humor y una cierta cuota de misterio. Nunca una lectura de este autor puede pasarnos desapercibida, ya que lo que lo caracteriza significativamente de otros, es esa capacidad de llegar a los lectores y hacer que lo amen o lo odien, pero que siempre sientan algo al leerlo.
En contra de los patrioterismos y chovinismos
Cortázar fue un hombre dividido por los litigios entre los países, que sufría terriblemente la extraña necesidad que tiene el ser humano por dividirlo todo. Comparto ciegamente con él cuando dice que solamente podría aferrarse a una bandera, si tuviera por patria ninguna nación.
Nunca dejó de manifestar que se hallaba profundamente negado a los términos “patriota”, “nacionalista”, considerando que ellos son los responsables de que haya tantas mentes cegadas, enfermas e incapaces de apreciar lo que proviene de un suelo que no sea el mismo donde se ha nacido.
Julio nació en Bruselas cuando los alemanes la estaban ocupando (comenzaba la segunda guerra mundial). Según los relatos que su madre le contó acerca de su nacimiento, mientras él nacía afuera sonaban bombas y estallaba la rebelión. Lo irónico de todo esto que quien nacía en medio de aquella situación bélica, fue posteriormente uno de los hombres más pacifistas que han existido sobre la tierra.
Nació en Bélgica producto del azar, porque su padre estaba momentáneamente allí por cuestiones laborales, sin embargo este hecho, que a simple vista puede resultar pasajero, posiblemente haya colaborado con la idea de no tener una patria, más aún de anhelar un mundo sin banderas, sin chovinismos, donde todos valgamos por lo que hemos sabido construir pero sin importar el nombre del lugar de donde vengamos.
Su amiga la soledad
En reiteradas oportunidades el autor expresó que la soledad le gustaba, que iba hacia ella y que, pese a que tuvo buenos amigos (pocos, porque consideraba que los buenos amigos siempre son pocos), siempre tuvo una necesidad latiéndole dentro que le exigía refugiarse en la soledad de su cuarto, en el campo o donde sea, pero lejos de cualquier contacto con la especie humana.
Cortázar era un solitario, deseoso de que el ser humano se entienda entre sí, y luchó a través de sus obras por conseguir el entendimiento entre los seres humanos. El propio autor asegura que el tema de la soledad genera un desgarramiento en él, porque por un lado era por naturaleza solitario, se sentía bien solo y podía vivir largos períodos solo, pero por el otro sentía una cierta responsabilidad con su prójimo, y no le gustaba aislarse desmesuradamente.
Esto permite entender que esa soledad para Cortázar, si bien por momentos era necesaria y se sentía impulsado a recurrir a ella, en el fondo era una maldición, pues como ser humano se sentía comprometido a relacionarse con los demás de su especie.
Un hombre solitario pero cercano
De todas formas gracias a esa necesidad de refugiarse en su intimidad, de encontrarse, de disfrutar de su compañía, es que pudo producir las fantásticas obras de las que es autor. Y al llegar a este punto es donde me atrevo a decir que supo compartir incluso su soledad con sus lectores.
De la misma manera, Julio tenía pocos amigos pero con quienes le unían fuertes relaciones, otra característica más que lo pone por encima de cualquier ser humano que se considere sociable pero no sea capaz de compartir de verdad su existencia con otro. Este hombre, tan cercano a su soledad, necesitado de ella y capaz de pasarse mucho tiempo recluido, era capaz de compartir amistades profundas, de armar lazos sólidos y casi indestructibles, y esto lo convierte en un hombre más aptos para relacionarse de verdad, para mostrarse tal cual es, para compartir quien es en realidad con otro.
Algunos personajes solitarios
En todas las historias de Julio aparecen seres atormentados, que no soportar ciertas cosas de la vida y no entienden cómo hacer para cambiarlas, y también seres solitarios, que se sienten de verdad atormentados por ver cosas que los demás no ven o no entienden.
En la obra “La casa tomada” esos hermanos se hallan desamparados, arrasados por la existencia de los extraños que corrompen su propio hogar. Si bien a simple vista este relato no trabaja sobre el tema de la soledad, si se le busca este sentido, creo que encaja perfectamente. La soledad es eso que te permite ver cosas que los demás no pueden captar, que te eleva pero a la vez te separa del resto, y, como nadie es profeta en su tierra, te sientes extraño incluso en tu propia casa.
En “Las puertas del cielo” también se puede analizar el personaje de Celina, rescatada por Mauro de la prostitución, vivió a su lado varios años intentando conformarse con una vida lejos de la música y el baile que eran en verdad lo que la hacían feliz, incomprendida, triste… puede que esa haya sido incluso la causa de su muerte. Y Marcelo, otro que vive a flor de piel la soledad, aferrándose a la existencia como puede, incapaz de asumir que el amor entre Mauro y Celina no le pertenece, viviendo en silencio una vida prestada.
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